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el misterio de la oficina caoba

El misterio de la oficina caoba

Capítulo 05

El análisis forense

Cristine, resultados de la autopsia, por favor —inquirió Esparza.

—Todavía no he acabado, pero puedo darte ya algunos datos de interés.

—Adelante.

—Un análisis sanguíneo preliminar, indica que tiene una concentración muy baja de hemoglobina, concretamente, unos dos coma tres gramos por decilitro.

—Ya. Un vampiro con anemia. Acabas de descubrir las américas. ¿Algo realmente de interés?

—Por la temperatura del hígado, la hora de la muerte debe de haber sido entre las cuatro y las seis de la madrugada. Su grado de descomposición por la luz solar ultravioleta indica que estuvo descomponiéndose un par de horas.

—El sol sale a las seis y diez minutos de la madrugada y el cuerpo lo cubrimos del sol a las nueve y media. Eso son tres horas de exposición solar, no dos.

—Exacto —corroboró ella—. Pero la sombra de la Buitrera es alargada y en la fachada donde se halló el cuerpo el sol no llega hasta las siete y media. Lo cual encaja con las dos horas de exposición solar.

—Y encaja con mi deducción: a las 6:00 AM el cuerpo ya estaba espachurrado en el suelo.

—Y con la temperatura del hígado.

—Entre las cuatro y las seis de la madrugada, entonces. ¿Tienes algo más?

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—Algo realmente curioso. Dos costillas de la derecha están rotas.

—Tócate los huevos... Se cae un tipo del piso treinta y tres y la forense me dice que se le han roto dos costillas. Cinco años de medicina, tres de especialidad forense y tres masters tenían de servir para algo. ¿Cuál fue tu problema, el Plan Bolonia?

—Déjame acabar, Jota-E. La caída se produjo de pie y ligeramente del lado izquierdo. Analizando las roturas de los huesos, todo indica que esas dos costillas derechas, la seis y la siete, que son las intermedias, deberían estar intactas como el resto de costillas vecinas. Además, están claramente hundidas.

—Ya veo. Alguien le golpeó fuertemente en las costillas. ¿Con la palanca de ratero que encontramos, quizás?

—La comparación con la presunta arma no es concluyente. Lo normal es que un golpe con una palanca se haga como con un palo o un bate, lo cual hundiría las costillas en una huella lateral alargada. Sin embargo la huella de la rotura es más redondeada, como un golpe más penetrante y menos lateral. Aunque, claro, si el agresor lanzó el golpe más distanciado del cuerpo de la víctima o si la trayectoria del golpe no hubiera sido circular puede que la huella del impacto fuera muy parecida a la que tenemos aquí.

cap.05. El análisis forense

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—Por desgracia para hundirle las costillas a alguien no es necesario hacerlo sangrar, por lo que no encontraremos restos de sangre en la palanca.

—Pero por fortuna cuando se produce un impacto sobre una víctima podemos saber si se produjo antes o después de la muerte si existe hematoma o simplemente una marca, como es el caso que nos atañe. Todo indica que el golpe fue post mortem.

—O sea, que o bien alguien lo golpeó cuando ya estaba en el suelo con un arma desconocida, o bien alguien lo golpeó con la palanca en la oficina caoba y luego arrojó el cuerpo muerto por la ventana para simular un suicidio. En cualquier caso, ¿por qué golpear a un muerto?

Tras un par de segundos de reflexión, Cristine añadió:

—Ah, otra cosa. Alguien movió el cuerpo. Lo puso boca arriba después de estrellarse.

—Eso lo has tenido que deducir allí, en el escenario del crimen.

—Claro, no hay otro modo.

—Y no me informaste en el momento, como te ordené.

—Te informo ahora, que es cuando puedo realizar un informe más concluyente y no te interrumpo por el móvil cuando estás interrogando testigos y analizando la escena del crimen.

—Sabes que me encanta que me interrumpan para aportarme datos. Llámame para lo que sea cuando sea, aunque sea por una chorrada, ¿me entiendes?

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—Entendido. No volverá a pasar.

—Eso espero.

—Ahora cuando haga el análisis de sustancias tóxicas en sangre, te llamo inmediatamente.

—¿Qué? No pierdas el tiempo en esas cosas. Los vampiros no se drogan, son alérgicos, parece mentira para ti.

—Pero...

—Ni peros ni gaitas. Acaba con el cuerpo y pronto.

De pronto sonó el teléfono de J. Esparza.

—¿Sí? —contestó—. Sí, soy yo. El mismo —pausa—. No —pausa—. No, ese gnomo debe habérselo inventado todo —pausa—. Por supuesto —pausa—. ¿Cómo iba yo a cerrar el hall de La Buitrera durante toda la mañana? ¿Por quién me toma? Soy consciente de las pérdidas millonarias que eso supondría. Además, el escenario del crimen era en la planta 33, no en el hall —pausa—. Claro, claro, lo entiendo. Yo sólo le pregunté cosas rutinarias, si había visto a algún sospechoso y cosas por el estilo. ¿No ve usted series de policías? Pues eso. Lo mismo. Sí —pausa—. Por lo visto se emocionó y quiso ganarse la reputación de estar bajo mis órdenes —pausa—. ¿Que yo le amenacé con qué? No, no... Tal y como está el trabajo hoy en día, que la expresión “falta personal” sólo se escucha en las canchas de baloncesto... Qué vil inventarse semejante historia. Quien me conoce sabe que soy incapaz de hacer una cosa así. Pregunte si no a mis empleados —pausa—. Ese tipo no es de fiar, desde luego —pausa—. Nada, nada, no se preocupe, disculpas aceptadas. Un saludo. Adiós, adiós...

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Colgó el teléfono y lo balanceó frente a los ojos de Cristine.

—¿Ves? Esto sí que me jode, que me interrumpan por chorradas como ésta cuando estoy trabajando.

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“El misterio de la oficina caoba” y la portada del presente libro son obra de Víctor Martínez Martí y se encuentran bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported. Para ver una copia de esta licencia, visita http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/.
By Víctor Martínez Martí @endegal Starring Joe Esparza @esparzacsic Léelo directamente desde tu Kindle